viernes, 26 de diciembre de 2014

La Princesa.

Érase una vez una Princesa que había sufrido mucho, muchísimo por un amor que le había ocupado gran parte de su vida. Pero este amor se había roto, como un plato de porcelana que cae al suelo y se hace añicos. Un día esta Princesa abrió los ojos, quizás más de lo debería haberlo hecho, y se dio cuenta de que había malgastado demasiado tiempo con alguien a quien no merecía. Desde estonces nuestra Princesa se volvió algo desvergonzada y pícara y así pues, empezó a salir con muchos Príncipes, algunos Magos, otros Lobos y alguno que otro Campesino. Sin embargo, semanas y meses, muchos meses después apareció en su vida un Príncipe, de ojos azules y tierna cara; pero el Príncipe no era tan azul como lo pintaban en los cuentos, pues no era tan puro y maravilloso ya que había tenido una larga lista de “noviazgos“. El Príncipe había salido con Princesas, algunas Hadas, otras Lobas y alguna que otra Campesina. Entonces algo raro sucedió, nuestra Princesa se había fijado en nuestro Príncipe, y viceversa. Y empezaron a salir juntos. Tanto uno como otro gozaban de los ratos juntos, pero discutían a todas horas, acabando en la cama, desnudos y sudorosos, como reconciliación. Pero cada uno por su lado empezó otra vez a hacer su vida, pues se iban apuntando tantos. Una vez la Princesa se liaba con un Lobo, el Príncipe se iba con un Hada. Una vez el Príncipe se liaba con una Princesa, la Princesa se iba con un Campesino. Y todo esto lo hacían a escondidas del otro, pues no sabían que un grave abismo se estaba abriendo entre ellos.
Pero ocurrió que un día la Princesa, tras haberse acostado con un Mago, se sentía tan culpable que no pudo sacarse de la cabeza esta; una de tantas infidelidades; durante muchos días. Le dio vueltas y más vueltas y juró que no lo volvería a hacer más. Así pasaron algunas semanas, en la que la relación con el Príncipe mejoró, pero como en todo cuento, apareció una Bruja mala, que le desveló a la Princesa todos los engaños de su adorado Príncipe. En cuanto lo supo, armo un escándalo que fue conocido en toda la aldea, y dejó al Príncipe de inmediato. Sin embargo, pasaron los días, las semanas e incluso los meses, y la Princesa no logró olvidarse de su Príncipe. Este por su parte no reaccionó, y siguió aumentando su lista de ligues. La Princesa intentó por todos los medios hacerlo cambiar y poder volver con él, pero nada de esto funcionó. El Príncipe siguió de las mismas y la Princesa volvió a cerrar los ojos, como ya una vez lo había hecho.
Ya era demasiado tarde, se había enamorado de verdad.