Aquellos días cuando a mis cinco años yo llegaba pegando pequeños saltos y él me daba un caramelo. De esos de café con el papel negro, siempre serán mis favoritos.
O cuando íbamos a la aceituna; y la verdad, para que mentir, me pasaba el día jugando en el barro con mi primo (éramos demasiado pequeños); cuando nos metíamos dentro de la mantona y él nos regañaba, pero enseguida se reía y se sentaba con nosotros a la sombrea de una oliva. Luego, todos crecimos, quizá fui apartándome un poco de todos, pero siempre he estado ahí. Sin dudarlo apenas un segundo me he preocupado por ti.
Muchos instantes más que jamás en la vida olvidaré.
Ahora estás allí en el cielo, donde habitan las estrellas. Siempre estarás a mi lado, y como ángel de la guarda sé que me vigilarás y de mi cuidarás. Siempre tú abuelo.
Dedicado a mi abuelo, que siempre estará junto a mí como alma viva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario